El cannabis es una droga derivada de la planta del cáñamo (Cannabis sativa). Suele consumirse fumada en distintas presentaciones, las más frecuentes hachis y marihuana. Todas contienen las mismas sustancias adictivas, siendo la principal el Δ-9-tetrahidrocannabinol (THC).
Su efecto se debe a que el THC se parece a algunas de las sustancias que las neuronas producen para comunicarse entre sí. El THC se une a los receptores de estas neuronas alterando gravemente a su normal funcionamiento y, por tanto, el de nuestro cerebro.
El THC del cannabis se acumula en los tejidos grasos del cuerpo y tarda unos 30 días en ser eliminado del organismo. El adicto al cannabis puede estar varios días sin consumir porque el THC se ha almacenado en el cerebro y la grasa corporal. Esto le hace creer erróneamente que “controla” cuando no es cierto. Raramente va a llegar al mes sin consumir.
Cuando el consumo es semanal, y más aún, si es diario, podemos hablar claramente de enfermedad por adicción al cannabis.
EFECTOS TOXICOS DEL CANNABIS
- Adiccion: todos los estudios serios destacan el alto potencial adictivo del cannabis. El consumo modifica los circuitos dopaminérgicos del cerebro de forma similar a otras sustancias adictivas como la cocaína o el alcohol. El abandono definitivo del consumo es difícil y por ello el adicto necesita ayuda profesional. Muchos pacientes se engañan pensando que “controlan”, cuando la realidad es que al final, poco o mucho, siguen consumiendo. La adicción es la enfermedad del autoengaño y el cannabis es la sustancia con la que el adicto vive más engañado.
- Trastornos de la motivación (“Síndrome Amotivacional del Cannabis”): Consiste en que el consumidor de cannabis desarrolla gradualmente una disminución del interés por actividades saludables: estudio, deporte, actividades y amistades sanas. Siente que los estudios, el trabajo, la familia, el ocio saludable y sus amigos sanos no le “llenan”. Sólo le atrae la pandilla con la que consume. Hace muchos planes, pero normalmente nunca los llega a realizar. Una sensación de vacío hace su vida desagradable. Solo el consumo alivia esa sensación. Poco a poco, su círculo de relaciones va quedando más y más limitado a sus “colegas” de consumo. Para paliar este efecto el adicto va aumentando el consumo de porros o incorporando otras sustancias como alcohol, anfetaminas, éxtasis, cocaína ,etc.
- Trastornos de ansiedad: a pesar de su efecto relajante inicial, el adicto al cannabis termia necesitando aumentar más y más el consumo porque la ansiedad gradualmente empeora. De hecho, llega un momento que el cannabis puede llevar a la aparición de diversos trastornos de ansiedad como crisis de pánico, agorafobia o ansiedad flotante. En muchos casos esto hace que aumente el uso de otras sustancias sedantes como alcohol o tranquilizantes.
- Trastornos psicóticos: También desde hace años se ha constatado que el consumo de cannabis puede desencadenar trastornos psicóticos con síntomas idénticos a los que producen la esquizofrenia y otras psicosis. Estos síntomas a veces desaparecen espontáneamente dejando de consumir y en otras persisten requiriendo entonces un tratamiento psiquiátrico prolongado.
- Pérdida de memoria, déficit de atención y falta de concentración: El efecto del cannabis en el cerebro del adicto hace que vayan deteriorando funciones cerebrales como la concentración, la memoria, la atención, disciplina, cumplimiento de horarios, alteración del horario del sueño, etc. Todo ello conlleva fracaso escolar, falta de rendimiento laboral, conflictos en casa y fuera de ella. El consumo de cannabis está muchas veces detrás del fracaso escolar y laboral de nuestros jóvenes. Estos efectos suelen mejorar o desaparecer a los pocos meses del abandono definitivo del consumo.
- El cannabis como droga de inicio: Cannabis y alcohol suelen ser las primeras drogas que los jóvenes consumen. Son las que inician las alteraciones neurológicas que terminarán configurando la enfermedad de adicción. Iniciado el proceso adictivo, se suelen incorporar progresivamente otras sustancias: dosis elevadas de alcohol, anfetaminas y otros estimulantes, cocaína, etc. que consolidan y complican gravemente la adicción.
El último número de la prestigiosa revista psiquiátrica: ARCHIVES OF GENERAL PSYCHIATRY en su número, 2008: 65 (6) pag. 694-701, publica un estudio de Murat YÜCER , titulado: Consumo de cannabis y anomalías estructurales en el cerebro.
Este estudio demuestra que las áreas cerebrales correspondiente al HIPOCAMPO, parte del cerebro localizado en los lóbulos parietales y con funciones de memoria y orientación espacial, así como la AMIGDALA asentada en lóbulos temporales y con interés por las emociones como el miedo y la agresividad, ambas estructuras relacionadas con el llamado SISTEMA LIMBICO. Se ven alteradas de tal modo en los fumadores de más de 5 porros al día y de más de 10 años de fumadores, que al realizar estudio radiográfico de RESONANCIA MAGNETICA se ve que el hipocampo se ha reducido de tamaño en un 12% y la amigdala en un 7,1%, comparado con no fumadores.
Este estudio demuestra el daño neurotóxico a las células neuronales, del sustrato neuroanatómico en el que asientan la memoria y el procesado de las emociones, lo que explica el deterioro de memoria y los trastornos afectivos: depresión y trastornos de ansiedad, que se observa en fumadores crónicos de porros.
La clínica psiquiátrica tenía los síntomas, y ahora los síntomas tienen la prueba objetiva radiofotográfica de la perdida de “sesera” por fumar porros.
Un porro a la semana aumenta el riesgo de esquizofrenia y depresión |
Uno de los trabajos estudió a 1.600 estudiantes de 44 institutos australianos, todos ellos con edades comprendidas entre los 13 y los 15 años. Los investigadores llegaron a la conclusión de que el consumo frecuente de cannabis incrementa el riesgo de padecer depresión y ansiedad en la edad adulta, especialmente en el caso de las adolescentes. De todos los participantes, el 60% había comenzado a fumar antes de los 20 años, y el 7% admitió ser un 'fumador habitual'. Más de la mitad de todos ellos (el 66% de los chicos y el 52% entre las chicas) reconoció haber fumado en alguna ocasión.
Después de ajustar las cifras en relación con el consumo de otras sustancias, los autores del trabajo concluyeron que el consumo diario de cannabis entre las chicas multiplica por cinco los riesgos de padecer depresión y ansiedad, mientras que el consumo semanal duplica el riesgo en comparación con los adolescentes no fumadores. A su juicio, deberían tomarse medidas para reducir el uso frecuente y de carácter 'lúdico' que se le da al cannabis.
Los autores han tratado de desentrañar los mecanismos que se esconden detrás de esta relación entre el consumo de porros en la adolescencia, especialmente entre las chicas, y la depresión posterior. En su opinión son determinados mecanismos psicosociales los que subyacen detrás de esta asociación. «Las consecuencias sociales del consumo frecuente incluyen el fracaso escolar, el paro e incluso la delincuencia juvenil, todos ellos factores que pueden provocar altas tasas de enfermedad mental».
Esquizofrenia
Otro de los estudios publicados al respecto alerta del riesgo que tienen los fumadores habituales de padecer esquizofrenia a largo plazo. Los resultados demuestran, según un grupo de científicos de la Universidad de Cardiff, que los fumadores habituales tienen un 30% más de posibilidades de desarrollar la enfermedad, independientemente del uso de otras drogas psicoactivas y sin que medie ningún rasgo de la personalidad que pudiese predisponer al sujeto hacia la esquizofrenia.
De hecho, no es la primera vez que un trabajo relaciona el cannabis con la esquizofrenia aunque en ocasiones anteriores la relación causa-efecto sí estaba mediada por el consumo de otro tipo de drogas. En esta ocasión, y durante 27 años, se evaluó a 50.087 suecos 'captados' para el proyecto mientras cumplían el servicio militar obligatorio.
El 10,8% de la muestra había probado el cannabis en alguna ocasión y, de todos ellos, el 1,4% desarrolló la enfermedad en el tiempo que duró el estudio. El riesgo de padecer esquizofrenia fue mayor entre quienes admitieron haber probado la droga en más de 50 ocasiones a lo largo de su vida.
Los autores de la investigación recomiendan que estos riesgos sean tenidos en cuenta por las autoridades del Reino Unido y otros países europeos si finalmente se decide apostar por políticas liberalizadoras y legalizadoras que permitan el consumo de cannabis.
Asimismo, un grupo de investigadores londinenses, coincide en afirmar que consumir cannabis en la adolescencia incrementa el riesgo de padecer síntomas esquizofrénicos una vez alcanzada la madurez, especialmente en el caso de los ‘usuarios’ más jóvenes (cuyo consumo comienza alrededor de los 15 años). Cuanto antes comienza el consumo, mayores son los riesgos de desarrollar la enfermedad. Esto es debido a que los usuarios más jóvenes se vuelven fumadores habituales durante largos períodos.
Por este motivo, creen que se debería limitar estrictamente el consumo de esta droga entre los adolescentes psicológicamente más vulnerables. Además, añaden, las políticas legislativas deberían ir dirigidas a retrasar lo más posible el inicio en el consumo de cannabis entre los adolescentes.
Un consumo elevado de cannabis puede llegar a desencadenar episodios psicóticos y empeorar los cuadros de psicosis ya diagnosticados. Sin embargo, la relación de esta droga con otro tipo de episodios no psicóticos no había recibido aún suficiente atención por parte de los investigadores. En un editorial que acompaña a los trabajos, los doctores Joseph Rey y Christopher Tennant, añaden que la demostración de la relación entre esta droga y los síntomas esquizofrénicos y depresivos «subraya la importancia de reducir el uso de cannabis entre los fumadores habituales».
(Sacado de varias fuentes de Internet)
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